La historia de Nuestras Fiestas, las Fiestas de Moralzarzal, se apoya en los encierros, los toros, el baile y la cena de hermandad, que empezó siendo con carne de conejos y no de toros. Y sobre todo se cimenta en la colaboración de todos los vecinos, en la participación y en la ilusión de nuestra gente en celebrar lo que siempre fue nuestro acontecimiento más importante del año.
En el año 2010 tuve la suerte de entrevistar a muchos de nuestros mayores para un fantástico proyecto que entonces llevó a cabo la Concejalía de Cultura: “Moralzarzal, imágenes en el recuerdo”.
Durante esas entrevistas hablamos de sus recuerdos, de la historia de nuestro pueblo y, por supuesto, de Nuestras Fiestas. Son conversaciones que tengo grabadas en el alma y ahora, ocho años después, me gustaría compartir unas pinceladas de lo que algunos de ellos comentaban sobre las Fiestas.
JULIO ALCÓN: “las fiestas de Moral eran las típicas de entonces en un pueblo, eran muy de vecinos. No había más que para dos o tres toros y luego al final de la Fiesta era la célebre cena de los conejos de caza”.
TOMÁS NAVAS: “la plaza de toros se montaba con los carros de los ganaderos, se unían unos con otros con palos, se ataban bien con las cuerdas y esos eran los palcos que teníamos entonces. En Las Gradas (aquellas de piedra que había en nuestra Plaza) poníamos unos empalizados para que no subieran los toros y a mi me gustaba ponerme por allí. Como no teníamos tantas diversiones como ahora, se tomaban con una ilusión enorme. Luego el último día de la fiesta se bailaba El Rondón y nos lo pasábamos bomba.
La Cena de Hermandad se hacía con los conejos que íbamos a cazar los hombres. Cogíamos hasta doscientos y trescientos conejos con los perros y a palos, sin escopeta. Los desollábamos nosotros, las mujeres del pueblo los cocinaban y a cenar, como ahora se hace con la carne del toro”.
ANICETO DOMÍNGUEZ: “lo vivíamos con mucha ilusión. Estábamos esperando que llegaran las fiestas para ponerte, a lo mejor, un traje nuevo, que no todos los años era así”.
ANTONIA SEGOVIA: “ese día estrenábamos el vestido, que guardábamos para las fiestas que hubiera y el del año pasado era para los domingos. Subíamos a Los Caños a buscar a los toros, algunas un poquito más arriba, pero cuando ya los veíamos por el cerro que venían todos juntos con los caballos, corríamos a la plaza y nos subíamos a los carros, que se movian para un lado y para otro… lo pasábamos de miedo”.
ÁNGEL DE ANTONIO: “había años que llovía, se llenaba todo de barro y había que echar paja en la plaza para poder bailar. Se hacía una sociedad para organizar las Fiestas y el que quería ser socio se apuntaba pagando la cantidad que fuera. Si al final faltaba algo, lo poníamos y si sobraba, se repartía. Éramos más pobres, pero yo creo que éramos más ricos. Cuando éramos chavales si una persona mayor te mandaba a cualquier recado íbamos encantados, con todo el gusto del mundo.
VICENTE LÓPEZ: “ha habido muchos, muchos encierros que he ido con mis caballos a Cercedilla y ayudaba a Marcos a bajar a los toros aquí”.
ANDREA ESTÉVEZ: “entonces nos divertíamos mucho, sin dinero, porque no había dinero. Teníamos mucho respeto a los padres. Lo que dijeran los padres, nosotros lo hacíamos. Era distinto todo, vivíamos de otra manera”.
MARISA SABARIEGOS: “el día de la Fiesta íbamos todas las amigas a la Fuente de Los Cuatro Caños y nos hacíamos fotos allí, porque era el único día que estrenábamos traje. Éramos todos muy amigos y nos queríamos mucho”.
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